Cuatro amigos jugaban al truco de noche. La conversación llevó a realizar una extraña apuesta. El equipo perdedor tendría que ir al cementerio y clavarle un cuchillo a la tumba de Don Silvio Molina, el primer dueño de la estancia.
Félix y Julio, los perdedores se dirigieron esa misma noche a cumplir lo pactado. Julio esperaría a fuera y su compañero iría a dejar el puñal como señal.Al otro día, el pueblo amaneció alborotado por el hallazgo del cuerpo de Félix en la tumba de Molina, boca abajo y con un puñal en la espalda.
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