Hace muchos años en un pueblo lejano vivía una familia con dos hijos. El lugar era muy tranquilo hasta que un día llegó un anciano a radicarse y se llamaba Fausto.
El anciano nunca sacaba la basura, la familia vecina no entendía que hacía el anciano con la basura.
Un día esta familia fue a espiar a la casa de Fausto y se encontraron una gran máquina de basura. Se preguntaron para que serviría ese aparato. Los chicos muertos de curiosidad esperaron a que sus padres se durmieran y volvieron a la casa del anciano. Al llegar escucharon un ruido estruendoso. La máquina estaba funcionando y su sorpresa fue mayor al ver que fabricaba té.
El té empezó a venderse en el pueblo con tanto éxito que llegó a ser una empresa recicladora multinacional.
Gracias al té el pueblo se convirtió en una ciudad reciclada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario